jueves, 9 de diciembre de 2010

Esta es la historia de Pepito, un niño que por no comer dejó de crecer.
Sus papás ya no sabían que hacer, y como veían que Pepito no crecía se alteraban y enfadaban, pero Pepito no comía.
Esto no me gusta, dice Pepito, y su papá se disgusta.
O te comes la carne o no vas al parque.
Ahora Pepito se ha enfadado y ha dejado el estofado.
Ay que disgusto más grande, dice su madre, si no comes te morirás de hambre.
Ay que ver, ay que ver, dice su padre, si no comes dejarás de crecer.
Pues yo no quiero comer más.
Pero Pepito, hijo mío, si no comes más no crecerás jamás.
Calla y come y no seas pillo, le dice su mamá disgustada, y acábate el solomillo. Y después te comerás el pescado que para eso lo he cocinado.
Pero Pepito sigue sin tragar y no quiere masticar.

Un día, mientras Pepito un poco comía, una manzana bajó corriendo del frutero y le dijo sonriendo.
Hola Pepito, soy tu amiga la manzana, todo lo que comas hoy crecerás mañana.
A Pepito esto le hizo gracia, así que comió un poquito.
Es verdad, contestó la pera, si comes melón crecerás un montón. Y si comes sandía pasarás un buen día.
Dejad que hablen las lentejas, que son las más sabias y viejas.
Nosotras te daremos minerales para que no pares, y energía para todo el día.
Ahora Pepito está contento, y es que de momento la comida es divertida.
Si nos prometes comer de todo te pondremos tan fuerte como un toro.
Vale, vale, de todo comeré y creceré y creceré.

Y así ha sido, y Pepito es muy guapo y muy listo, y ha crecido.
Sus papás están muy contentos porque Pepito ya no es pequeñito, ha crecido y ahora es fuertote y grandote, y ya no le llaman Pepito, le llaman Pepote.

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